Sunday, 1 December 2013

A un paso de distancia

Miro.
Lo veo.
Quieto, la cabeza gacha.
El ruido, repentino, familiar, atronador, diluye mi atención.
Vuelvo a mirar.
Ya no está.

Me detengo. Comienzo a comprender.
La gente pregunta. Se espanta. Grita. Poco a poco. Luego, todo a la vez.
En el andén, un hombre, ya en sus sesenta, de ojos llorosos y mirada perdida, hace gestos imprecisos hacia uno de los vagones, o a las personas de su interior, o a su propia impotencia; dudo que él mismo lo sepa. Y en cualquier caso, carece ya de sentido.

Tomo una bocanada de aire, densa, profunda. En ella percibo un olor pesado y empalagoso, que sé (casi) seguro que aún no existe, pero que mi imaginación se empeña en ilustrar con todos sus detalles.
Antes de que el tren acabe de detenerse, ya me he dado la vuelta. Subo las escaleras, despacio, contacorriente, maldiciendo -no sé el que- en mi cabeza. En treinta segundos estoy en la calle. Me cuesta llenar los pulmones, y camino con un rumbo perdido.

Pienso en el ser humano que en cuestión de segundos se ha convertido en un amasijo de carne, sangre, huesos; organos, facciones, pensamientos, ideas, sentimientos. Todo ya indiferenciado. Informe. En el fondo de una via.

Pienso en como hemos convertido el honor de la muerte en el horror de la muerte, y la aventura de la vida en el horror de la vida, y en cómo hemos hecho añicos el simple acto de existir.

Pienso en ese ente monstruoso llamado Ciudad, y su indiferencia hacia nuestra propia existencia. O nuestro sacrificio.
Lo importante es que el movimiento no se detenga:
parar
acordonar
rascar
limpiar
serrín
adelante.
Siguiente tren.
Y que sus ocupantes no sepan que ruedan sobre cadáveres.
No sea que se planteen escapar del monstruo ellos también.

Llego a mi destino.
Andando erráticamente he cruzado la ciudad.
No vuelvo a coger el metro en los siguientes días.

En una parada de autobús, un anuncio de la lotería promete la libertad, como si de una distopía Orwelliana se tratara.
Pero la lotería no le toca a 50 millones de personas; y muchos (cada día unos cuantos más, cada día un poco peor) prefieren buscar la libertad a un paso de distancia.

2 comments:

  1. "Pienso en el ser humano que en cuestión de segundos se ha convertido en un amasijo de carne, sangre, huesos; organos, facciones, pensamientos, ideas, sentimientos. Todo ya indiferenciado. Informe. En el fondo de una via."

    me quedo con eso. :)

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    1. Jeje, si, yo también me quedo con eso...

      Creo que este es un texto que empecé con bastante fuerza e intensidad, los primeros párrafos son más redondos, más cercanos al sentimiento y a la emoción, y luego me fui desinflando bastante hacia el final, creo que perdí un poco el norte...

      Pero bueno, poco a poco :P

      ¡Gracias por leerlo!

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