Me incendia tanto
el intuir los rescoldos palpitantes de tu
rabiosa, radiante
alma,
rugiendo como las llamas
de tu pelo
que podría,
por ejemplo,
arrancarle el mundo
de sus negras garras al abismo
y atravesar con él a cuestas
las puertas del infierno.
Para que así en su superficie tracemos
los imposibles mapas y retorcidos caminos;
los que conducen a aquellos lugares
que creíamos perdidos.
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